Fernando Santiago :: Teléfono: 637 505 109 :: fernando@artevia.com :: Madrid

Hasta que llegó la hora de ir a la universidad, optó por estudiar periodismo, le atraía la comunicación, muy especialmente la creación. Había ganado concursos literarios, una vez hasta recibió 40.000 pesetas de premio, un detalle comparado con el lote de libros descatalogados que se estilaba normalmente.

Compaginó la universidad con estudios de comunicación audiovisual y gráfica, además de un master en comunicación multimedia e interactiva que costaba un riñón. Por suerte, el director le ofreció un precio muy reducido a cambio de hacer pequeñas tareas en la academia. Al terminar, le propuso impartir clases allí mismo, y aceptó sin pestañear, aunque al llegar a casa se enterró en un montaña de libros y manuales, muchos de los alumnos serían mayores que el, y no debían descubrir que el imberbe que presentaban como profesor era solo un impostor.

Cobrar por aprender;

eso es ser millonario

El runrun sobre internet crecía en círculos especializados, pero en Bilbao resultaba imposible formarse. Por su cuenta aprendió a manejar los primeros editores de HTML, y cuando otras academias se subieron al carro, le contrataron también como profesor. A veces, aprendía una semana antes lo que enseñaba una semana después. Cobrar por aprender, un auténtico chollo; aunque suspiraba por usar esas herramientas en el “mundo real”.

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